miércoles, 9 de julio de 2008

Miedo

A veces me despierto en medio de la noche temblando de frío y de miedo. No soy capaz de volver a dormirme y temo abrir los ojos por si ya no pudiera volver a cerrarlos. Me esfuerzo por mantener la calma pensando que no ocurrirá nada, que nadie entrará en mi casa. En cuanto escucho el más mínimo ruido me estremezco. Creo que no hay nadie en el mundo más miedoso que yo.
Cuando veo que empieza a amanecer me invade una sensación muy distinta, una placidez indescriptible. No sé a qué se debe. Quizás simplemente es que el miedo desaparece. Me levanto rápidamente y me visto lista para irme a dar una vuelta como todas las mañanas.
Dicen que mi vida es aburrida. Yo la verdad es que no sabría qué decir. Estoy tan acostumbrada a ella que incluso un cambio me provocaría un miedo atroz. Creo que soy demasiado miedosa. Quizás debiera ir a ver a un especialista.
De cuando en cuando me esfuerzo por pasear sola por la casa una vez que ha anochecido. Así venzo mis miedos nocturnos. Abro las puertas con sumo cuidado evitando hacer el más mínimo ruido. De esta forma me siento valiente e invencible. Eso sí, cuando entro a una estancia en la que luz está apagada el pánico se apodera de mí y no soy capaz ni de encenderla. Salgo huyendo despavorida pensando que me acechan desde la oscuridad. Me pregunto porqué tengo tanto miedo.
Supongo que debo afrontar mis temores porque la oscuridad no puede ser más fuerte que yo. Dicho así suena muy racional y coherente pero sé que soy incapaz de llevarlo a cabo al igual que no soy capaz de romper con mis rutinas y abandonar esta maldita ciudad.

No hay comentarios: