Es curioso cómo evolucionamos los humanos a lo largo de los años, cómo cambiamos hasta tal punto que nos convertimos en otras personas adoptando nuevos ademanes, creándonos un nuevo mundo, percibiendo de otra forma.
A veces duele cuando nos damos cuenta de que hemos cambiado, de que la vida nos ha hecho cambiar, nos ha hecho perder la inocencia y nos enfrenta diariamente a nuevos retos que nos amedrentan a nuestro pesar.
Hay quien recuerda tiempos de infancia en los que todo eran juegos, diversión y no tener preocupaciones. Pero, ¿qué hay de los que no tienen esos recuerdos? ¿Acaso les falta una parte de su vida? Seguramente les habría gustado saber qué se siente cuando el mundo de los adultos está aún lejos, cuando no se entienden sus cosas, cuando uno no se encuentra implicado en sus historias.
Vuela mi mente al pasado intentando recordar buenos momentos pero no los encuentra. Quizás la memoria haya querido ocultarlos en lo más profundo de mi subconsciente. Y me da rabia. Y más me esfuerzo en querer recordar cosas que quizás jamás existieron. No recuerdo un abrazo, no recuerdo un beso de buenas noches, no recuerdo a alguien a mi lado cuando más lo necesitaba. ¿Por qué la memoria me juega estas malas pasadas? ¿Por qué no logro recordar nada?
Y con el paso de los años, todo siguió igual, años en blanco tiznados de negro que es mejor no mencionar. Hasta hace tan solo cuatro años no pude comprender qué eran los buenos momentos, qué era no pensar en nada, qué era ser feliz aunque solo fuera por un instante.
Y ahora, ahora sí tengo recuerdos que no olvidaré jamás. Recuerdos recientes, de hace tan solo cuatro años. Pero son mis primeros recuerdos. Y los quiero, y los conservaré siempre porque han marcado el principio de mi vida. ¿Qué ironía verdad? Empezar a vivir, a recordar, a querer recordar, a los dieciséis, cuando te conocí. Porque tú marcaste un principio en mi vida, porque me hiciste darme cuenta de que había cosas que merecían la pena, porque simplemente creíste en mí, porque estuviste a mi lado cuando lo necesité. Por todo ello no puedo hacer otra cosa que darte las gracias, gracias por haberme hecho renacer, por haberme llevado a un mundo nuevo, a tu mundo. Ahora puedo decir que recuerdo. ¿Y sabes cuál es mi primer recuerdo? El día que te conocí.