jueves, 31 de julio de 2008

Día feliz :-)

"Deja que la inspiración fluya por tus venas" me dice Peter desde la lejanía del salón. Y yo me pregunto si sería realmente necesario. A veces no hace falta siquiera inspiración para escribir pues basta con plasmar en palabras llenas de significado lo que se siente en ese mismo instante.
En todo momento somos esclavos de alguna sensación, sentimiento o actitud. Por ello ahora voy a limitarme a escribir lo que siento en este preciso instante.
Hoy puedo afirmar que estoy orgullosa de mí. Igual parecerá una tontería pero he ido al dentista y no me he muerto ni del miedo ni del dolor. Este tipo de cosas hacen que una se sienta bien.
Teniendo en cuenta que esto me ha subido bastante la moral esta mañana. Mi alegría ha sido aún mayor cuando ha llegado la hora de comer y no he tenido ningún problema para saborear el huevo frito con patatas y salchichas. Para colmo de alegrías, el café con hielo de la tarde me ha sentado la mar de bien y cuando he llegado a casa de cierta personita me he puesto aún más contenta porque he sentido que a su lado no podría ser más feliz.
Cada día ocurren pequeños detalles en los que debemos fijarnos para darnos cuenta de que sí podemos ser felices. Siempre hay "inconvenientes" que nos hacen sufrir o pasar malos ratos pero sería más conveniente centrarnos en las cosillas cotidianas que nos aportan cualquier tipo de bienestar. ¿Será tan sencillo el secreto para encontrar la ansiada felicidad? Seguramente sea uno de los factores a tener en cuenta pero ya tenemos algo para empezar.
¡Ánimo a todos y especialmente a Darkness que no está pasando por un buen momento!

martes, 29 de julio de 2008

Mi carácter y yo

Pensaba que la tormenta había terminado, que no habría más insultos, que no nos haríamos más daño, que todo volvería a ser como antes, pero me equivoqué. Siempre creo que va a ser la última discusión pero por una cosa u otra se repite tarde o temprano por diversos motivos y de nuevo vuelvo a convencerme de que sí será la última vez para llevarme otra desilusión pasado un tiempo.
Nunca he sido consecuente con mis actos. Me dejo llevar por la rabia, la desesperación o la alegría con demasiada facilidad y esto no siempre es positivo pues mis impulsos hacen que la gente que no me conoce me tenga miedo. Lo que más se destaca de mi personalidad es justamente ese afán de dar la nota, de hablar más fuerte que el resto, de hacerme notar aunque sea de forma negativa.
Cuando lo pienso friamente llego a considerarme un monstruo pero en mis arranques de ira me creo la persona más importante del mundo.
Me gustaría no dejarme llevar por mis impulsos pero por desgracia no puedo evitarlo. Me hierve la sangre con demasiada facilidad.
En nuestra última pelea le dije de todo, debí herirle en lo más profundo de su corazón pero no me daba cuenta y una vez más le hice daño. Él me respondió con miles de insultos que me dolieron pero no pude evitar vomitarle todo lo que pensaba de él en ese momento.
Hoy estoy sola. Me ha dejado. Está harto de mi carácter, de mis crisis de histeria y de mí. Lo más triste es que aunque me arrepiento de haberlo insultado sé que no podía evitarlo al igual que sé que no habría podido jamás mantenerlo a mi lado.
Espero encontrar algún día a alguien capaz de aguantarme...

jueves, 24 de julio de 2008

Carta para ti, (aunque jamás la leas)

Yo solo quería arreglar las cosas. En ningún momento pretendí hacerte daño ni decirte aquella sarta de estupideces pero supongo que algo estalló en mi interior y no pude evitarlo.
Ya había pasado demasiados años aguantando tus perrerías pero estaba dispuesta a darte una última oportunidad. Lástima que todo se torciera a los pocos segundos de empezar a hablar. Supongo que no empecé como debía. Tendría que haberme callado los miles de reproches que te hice en unas milésimas de segundo, tendría que haber empezado de otro modo.
Sí, ahora me arrepiento, ahora que no hay vuelta atrás, ahora que te has ido para siempre de la ciudad, del país y de mi vida. Ahora que ya no tiene arreglo.
Quiero llorar de rabia o de pena o simplemente sentir algo pero no puedo porque me invade una sensación extraña que no me permite siquiera pensar. Creo que ha sido lo mejor después de todo. Siendo realista, jamás hubieras cambiado, aunque te hubiese dado mil oportunidades. Tú eras así y yo debía aceptarlo o rechazarlo pero no cambiarlo. Lo cierto es que me lo habías advertido, eras "un alma libre" e ibas a seguir siéndolo aunque estuvieras conmigo. Cuando te necesité siempre me apoyaste pero yo siempre quería más. No soportaba que llegaras a casa con manchas de carmín en tu camisa, no soportaba el perfume barato de mujer que traías cada noche, pero como te amaba, callaba. El fallo fue mío, jamás debí permitirlo, pero era la única forma de estar a tu lado. Después de aquella bronca monumental porque no llegaste a casa hasta bien entrada la mañana fui consciente de que podía perderte, por eso me decidí a hablar contigo e intentar arreglar nuestra situación. Fue una lástima que no supiera expresar con palabras lo que sentía por ti y que solo me limitara a decirte que eras un cabrón asqueroso, que no me querías y que si me hubieses querido no te habrías ido con miles de mujeres. Ese fue nuestro final, quise cambiarte y tú huiste. Yo solo pedía ser única y tú solo pedías ser libre. ¿Incompatibilidad?

sábado, 19 de julio de 2008

Consumismo

He vuelto a hacerlo. He vuelto a caer en sus garras. No merezco el perdón. No soy capaz de mirarme al espejo y de sentirme satisfecha de mí misma porque soy la persona que siempre odié. Aquellas de las que compran y compran sin parar creyendo que así serán más felices pero en vez de ello sufren cada vez más al ver que su deseo jamás es satisfecho.
Ha ocurrido esta tarde, después de tomarme mi café diario con María. La he acompañado a comprar una vajilla para su nueva casa y me he encontrado con otra vajilla para mí ,más un par de manteles y una docena de copas que jamás usaré porque nunca tengo invitados. Después de esto, en vez de irme a mi casa y llorar arrepentida, he ido a una odiosa tienda de ropa donde me he comprado tres malditos vaqueros iguales con diferentes tonalidades que no harán más que añadirse a los siete que ya poseo sin estrenar aún. Siempre sucumbo a esas ofertas que parecen la octava maravilla del mundo pero que obviamente no lo son. Y ya no hablemos de las tiendas de los chinos en las que se apilan millares de cacharros inservibles a un solo euro que me gritan que los compre. Y yo, lo hago, porque no sé negarme a esos precios tan suculentos.
Después de tanto derrochar dinero tengo el problema de no llegar a fin de mes, pero, ¿cómo voy a hacerlo si no puedo dejar, a mi pesar, de gastarme el sueldo en nimiedades?
Un día de estos subastaré mi casa con todo lo que ello conlleva en el ebay y me haré millonaria, ya lo veréis.

miércoles, 16 de julio de 2008

Historia en curso (3ª parte)

Como dije, salí a la calle. Es la primera vez que cumplo una promesa hecha a mí misma. Es la primera vez que obedezco. A partir de ahora voy a intentar hacerlo siempre.
Lo primero que hice fue entrar a una cafetería nueva ( y por lo tanto desconocida) donde me pedí un chocolate con churros. El calor del chocolate me hizo sentir a gusto, una sensación de tranquilidad me invadió y simplemente rocé la felicidad más absoluta. Es curioso que una simple taza de chocolate caliente pueda animar de esta forma.
Una vez que tuve el estómago lleno me dirigí a la librería de segunda mano más cercana dispuesta a comprarme una docena de novelas con las que volver a empezar mi vida. Cosas de la vida, había olvidado hasta mi vena lectora, ¡increíble! Elegí novelas de amor con historias de finales felices. Creo que es la forma más positiva de volver a empezar. Leyendo cosas tristes sólo conseguiría entristecerme aún más y compadecerme de mí misma. Una vez que tuve los libros en la bolsa de plástico que me dio el librero me dirigí a una tienda de ropa porque para la nueva vida es necesario un vestuario nuevo. Me compré tres vaqueros, seis camisetas de colores chillones (evité el negro y el gris a toda costa) y varias sombras de ojos porque a partir de hoy también voy a pintarme. Quiero parecer (ser, en un futuro) una persona totalmente nueva.
Espero que sea posible...

Decadencia de la sociedad

A veces me pregunto porqué está así de mal el mundo. Parece que ya no existen los buenos modales, ni la educación, ni el respeto. Me parece increíble ver una mujer con un carricoche de bebé por una acera que se tenga que bajar de ella para que pase un joven. Tampoco entiendo cómo hay gente capaz de abandonar bebés en los contenedores de basura como si fueran muñecos viejos que ya nadie quiere. Intento pensar que todo el mundo no es así, que todavía existen personas que piensan y que no consideran que la noticia más importante del día sea la expulsión de algún personaje de Gran Hermano.
Me esfuerzo en encontrar el lado positivo de nuestra sociedad pero por más que lo intento no hay manera. La televisión es solo un elemento de manipulación, las escuelas han dejado de ser lo que eran, los padres ya no se ocupan de sus hijos y se los cargan al maestro que con treinta chavales delante no puede hacer mucho más. Y si después pensamos en las guerras, los niños soldado, los niños que se mueren de hambre y de sed cada día, los niños víctimas de la prostitución infantil... Si seguimos enumerando esto nunca acabaría porque creo que hay una degeneración generalizada en el mundo en que vivimos. Un mundo de consumo y placeres paralelo a un mundo de hambre y sufrimiento. A veces incluso se ve en una misma cuidad. Mientras a un lado están los ricos con sus fiestas, a las puertas de su casa están los pobres esperando los restos de comida. No entiendo cómo alguien puede disfrutar de algo sabiendo que a dos metros hay gente muriéndose de hambre. No sé cómo existe gente capaz de hacerle daño a un niño. No comprendo que la justicia no dé siempre su merecido a los maltratadores y que éstos después de cumplir años en la cárcel queden libres pese a haber matado a sus mujeres. Lo mismo ocurre con los violadores. No entiendo casos como aquél en el que el violador fue puesto en libertad pese a que los psiquiatras que lo trataban dijeran que no estaba rehabilitado y que reincidiría. No entiendo de leyes, es cierto, pero sí entiendo de sentido común.
Tampoco entiendo que la felicidad esté ligada a los bienes materiales y que la sociedad de consumo nos haya llevado a no saber disfrutar de los pequeños momentos de cada día haciéndonos ver que la única forma de diversión es salir a la calle y dejarse medio sueldo en ropa, restaurantes, cines, y otras formas de ocio.
No quiero pensar qué va a ser de las generaciones venideras. A veces creo que lo único que merecería la pena sería hacer un mundo nuevo. Pero no es más que una utopía...

lunes, 14 de julio de 2008

Decisión definitiva, o eso parece

Hoy he empezado mi nueva vida. Me he propuesto dejar el tabaco, olvidarme del alcohol y buscar trabajo. Lo escribo para creérmelo porque la verdad es que suena surrealista. Después de haber desperdiciado veinte años de mi vida me planteo volver a empezar. Más de uno pensará que estoy loca y que no merece la pena, que es tarde y ya no voy a cambiar. Pero estoy decidida. Me levanté a las siete con mucha energía, me di una ducha fría y me tomé un buen desayuno para llenarme de fuerza y vitalidad. Cojí el coche y fui hasta la playa donde paseé durante cuatro horas, hasta que no pude aguantar más el calor y volví a casa satisfecha de mí misma. Hacía tiempo que no me sentía así. En ese momento tan eufórico (pues el sentirme satisfecha me provocó una euforia tremenda) llamé a Alicia, mi mejor amiga, y le conté todo. No creo que me creyera pues yo siempre soy muy dispuesta y me termino echando atrás pero esta vez va en serio, de verdad.
Ya me he inscrito en varias páginas de internet para buscar trabajo. Sé que ahora no va a ser fácil pero estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal de tener una nómina cada mes que sirva para darme las fuerzas necesarias para seguir adelante. Es que si veo que mi vida sigue siendo la rutina que he vivido hasta ahora creo que no viviré mucho más porque moriré de aburrimiento y de depresión. Quiero pensar que el cambio es posible.
Respecto a las relaciones personales voy a dejarlas de lado. Esta vez no voy a permitir que un hombre arruine mi decisión. Ya sucumbí en numerosas ocasiones y es hora de decir basta.
Voy a seguir adelante.

sábado, 12 de julio de 2008

A la espera...

Eran las nueve de la mañana y aún no había vuelto a casa. Su esposa no había podido conciliar el sueño pensando en mujeres imaginarias abrazando a su marido. Hacía años que las cosas no estaban bien entre ellos. Empezaron a distanciarse al morir su hijo recién nacido y con el paso de los años habían pasado a sentirse completamente indiferentes respecto al otro. Nunca se preguntaron siquiera si merecía la pena arreglarlo pues al fin y al cabo ya no tenían nada que los uniera salvo la casa que compartían como dos extraños.
La mujer se levantó de la cama de un salto, se acercó a la ventana e intentó fijar la vista lo más lejos posible para ver si así divisaba el coche de su marido. Nada. Todo estaba tranquilo, ni siquiera se oía cantar a los pajarillos que acostumbraban a despertarla cada mañana. Los nervios la iban minando con el paso de los minutos pues dejó de pensar en aquellas mujeres imaginarias para centrarse en posibles catástrofes que hubieran podido ocurrir. Un accidente de coche podría haberlo dejado tirado en alguna cuneta, podían haberlo atracado y quizás su cadáver yaciera en un callejón oscuro de los suburbios de la ciudad, podía haber tenido un infarto en su despacho una vez que todos se hubieran ido y en ese caso seguro que estaban a punto de llamarla para comunicárselo y, de esta forma, siguió imaginando miles de tragedias que podían haber acontecido.
Llegadas las once de la mañana empezó a llamar a todos los hospitales de la provincia pero no obtuvo respuesta. Su marido no se encontraba en ninguno de ellos. Se vistió y salió a la calle para dirigirse al despacho de su marido. Era posible que se hubiera ido directamente a trabajar sin pasar por casa. O al menos eso quería creer. La idea de la muerte de su esposo la destrozaba porque aunque ya no fueran siquiera pareja, le tenía cariño debido a sus quince años de relación.
En la oficina estaba solo la secretaria que la informó de que el hombre se había marchado la noche anterior a las nueve. Nueva crisis de nervios para la mujer que ya no sabía donde acudir. Tras tomar un vaso de agua ofrecido por la joven secretaria se fue de allí para volver a casa donde se sentaría en el sofá hasta que al cabrón de su marido se le ocurriera aparecer. El problema fue que una vez allí el marido pasó de ser un cabrón a ser un podre corderito desorientado en la vida que llevaban. Quizás él se había marchado porque ella no le había demostrado que lo quería, porque había dejado de preocuparse por él, porque ya a penas le hablaba, porque entre ellos no quedaba nada que no fuera un amargo silencio.
Los nervios dejaron paso a la desesperación que se iba apoderando de ella. Era consciente de que ese podía ser simplemente el final. Era posible que él jamás volviera y ella llorara su pérdida el resto de su vida. Era posible que él hubiera muerto sin saber que ella aún lo amaba pero que se sentía culpable por la pérdida de su hijo y por eso nunca recuperó la felicidad que los unía en un principio. Sintió que sin él el mundo se le venía encima y no podía hacer nada para evitarlo. Sintió que todo estaba perdido y que no merecía la pena seguir viviendo.
En esos pensamientos estaba cuando escuchó sonar las llaves, ese ruidito tan gracioso que caracterizaba las llaves de su marido al abrir la puerta. Se levantó tan rápido como pudo y se abalanzó sobre él cubriéndolo de besos. Le dijo cuánto lo amaba, cuánto lo había echado de menos y cuán arrepentida estaba por haber desperdiciado todos esos años de mutismo absoluto y de desconfianza. Él se limitó a mirarla con los ojos como platos y fue incapaz de articular palabra. Entonces ella lo abrazó como si de un niño pequeño se tratara y le susurró al oído que iba a hacer todo cuanto estuviera en su mano para que la felicidad volviera a reinar entre ellos. Él comprendió en ese instante que su mujer había dado el gran paso que él jamás pensó que daría y le sonrió sinceramente, una sonrisa de recién casados, una sonrisa cómplice que sustituye cualquier tipo de explicación, una sonrisa que les iba a abrir las puertas de su nueva vida.

miércoles, 9 de julio de 2008

Malestar

Me invade una pesadumbre tremenda y no puedo evitar cerrar los ojos. El calor pesa sobre mis hombros en las tardes de hastío veraniego y soy incapaz de moverme. Me llaman para cenar desde la lejanía del jardín de la casa y a penas oigo el retintín de esa voz tan peculiar. Hago un esfuerzo por levantarme y me crujen huesos que ni siquiera sabía que existían. ¿Me estaré haciendo vieja? Quiero pensar que simplemente estoy cansada.
Una vez que llego a la mesa es como siempre, me siento en la silla que queda libre (llego la última, para no variar), me sirvo una pizca de ensalada y otra pizca de verduras cocidas salteadas, esparzo el todo por el plato y espero la hora de los postres en los que cojo una manzana, la muerdo un par de veces y la dejo abandonada en mi plato bajo las miradas acusadoras de mi familia.
Esta última no entiende nada y cree saberlo todo. No dejan de reprocharme que tenga poca vida social y que tenga un carácter apático. ¡Qué sabrán ellos! Desde que era pequeña manejaban mi vida a su antojo, y ahora que se supone que soy mayor siguen teniendo influencia sobre mí porque sigo viviendo en esta casa. Me gustaría irme y perderme en un desierto o en una selva virgen donde nadie pudiera volver a recriminarme nada de lo que hiciera.

Historia en curso (2ª parte)

No sé como agradecerle todo lo que está haciendo por mi. Viene todas las mañanas a verme y me ayuda a levantarme, ducharme y desayunar. Parezco un bebé del que hay que estar pendiente a todas horas. No sé cuánto tiempo será capaz de aguantarme. Porque yo soy una histérica. Sí, diagnosticada. La verdad es que se porta muy bien y no se le puede reprochar nada. Simplemente me pregunto a qué se debe. Es extraño que ella sea la única que esté dispuesta a apoyarme, a ayudarme a volver a la vida.
Desde que tuve aquel accidente nada ha vuelto a ser igual. Me encerré en mi misma de tal forma que no permití que nadie siquiera se acercara. Supongo que me equivoqué. Otra vez de tantas. Ya sé que ahora tengo la oportunidad de rectificar, de volver a empezar una vida nueva. Pero no me encuentro con fuerzas. Cada hora que pasa siento que me queda una hora menos de vida y que la muerte me acecha de cerca. Es una sensación muy angustiosa. Quisiera ser fuerte y superar este bache pero soy incapaz de ponerme manos a la obra. Menos mal que está aquí Sara para ayudarme.
No sé si lo hace por pena o por otra razón pero he de estarle agradecida. Simplemente tenerla cerca hace que piense que no todo está perdido, que una recuperación es posible.
He decidido que mañana voy a salir a la calle. Sí, voy a hacerlo, voy a salir a la calle.

Miedo

A veces me despierto en medio de la noche temblando de frío y de miedo. No soy capaz de volver a dormirme y temo abrir los ojos por si ya no pudiera volver a cerrarlos. Me esfuerzo por mantener la calma pensando que no ocurrirá nada, que nadie entrará en mi casa. En cuanto escucho el más mínimo ruido me estremezco. Creo que no hay nadie en el mundo más miedoso que yo.
Cuando veo que empieza a amanecer me invade una sensación muy distinta, una placidez indescriptible. No sé a qué se debe. Quizás simplemente es que el miedo desaparece. Me levanto rápidamente y me visto lista para irme a dar una vuelta como todas las mañanas.
Dicen que mi vida es aburrida. Yo la verdad es que no sabría qué decir. Estoy tan acostumbrada a ella que incluso un cambio me provocaría un miedo atroz. Creo que soy demasiado miedosa. Quizás debiera ir a ver a un especialista.
De cuando en cuando me esfuerzo por pasear sola por la casa una vez que ha anochecido. Así venzo mis miedos nocturnos. Abro las puertas con sumo cuidado evitando hacer el más mínimo ruido. De esta forma me siento valiente e invencible. Eso sí, cuando entro a una estancia en la que luz está apagada el pánico se apodera de mí y no soy capaz ni de encenderla. Salgo huyendo despavorida pensando que me acechan desde la oscuridad. Me pregunto porqué tengo tanto miedo.
Supongo que debo afrontar mis temores porque la oscuridad no puede ser más fuerte que yo. Dicho así suena muy racional y coherente pero sé que soy incapaz de llevarlo a cabo al igual que no soy capaz de romper con mis rutinas y abandonar esta maldita ciudad.

martes, 8 de julio de 2008

Te echo de menos...

Hoy te echo de menos. Ya estoy deseando volver a tu lado para abrazarte, para sentirte cerca simplemente. Añoro tu risa, tus miradas pícaras y la forma que tienes de hacerme sentir especial. ¡Me apetece tanto que vayamos a perdernos a una calita desierta donde nadie pueda molestarnos, donde podamos recuperar el tiempo perdido! Esta semana se me hace eterna mientras voy tachando en el calendario los días que me quedan para volver junto a ti.
Quisiera siempre mantener viva esta llama que me quema de placer por dentro, quisiera decirte que nunca va a cambiar lo que por ti siento. Y no hay nada tan cierto como esto porque cada día, cada hora, cada minuto que pasa me doy cuenta de que eres lo mejor que hay en mi vida, que tú eres la razón de mi alegría o de mi tristeza si no te veo. Nunca olvidaré los momentos que hemos pasado juntos: aquel viaje a París, a Alemania, la noche de la lluvia de estrellas pero sobre todo el día en que nos conocimos.
Simplemente, cariño, recordarte que te quiero y que dentro de nada estaremos de nuevo juntos.