miércoles, 9 de julio de 2008

Malestar

Me invade una pesadumbre tremenda y no puedo evitar cerrar los ojos. El calor pesa sobre mis hombros en las tardes de hastío veraniego y soy incapaz de moverme. Me llaman para cenar desde la lejanía del jardín de la casa y a penas oigo el retintín de esa voz tan peculiar. Hago un esfuerzo por levantarme y me crujen huesos que ni siquiera sabía que existían. ¿Me estaré haciendo vieja? Quiero pensar que simplemente estoy cansada.
Una vez que llego a la mesa es como siempre, me siento en la silla que queda libre (llego la última, para no variar), me sirvo una pizca de ensalada y otra pizca de verduras cocidas salteadas, esparzo el todo por el plato y espero la hora de los postres en los que cojo una manzana, la muerdo un par de veces y la dejo abandonada en mi plato bajo las miradas acusadoras de mi familia.
Esta última no entiende nada y cree saberlo todo. No dejan de reprocharme que tenga poca vida social y que tenga un carácter apático. ¡Qué sabrán ellos! Desde que era pequeña manejaban mi vida a su antojo, y ahora que se supone que soy mayor siguen teniendo influencia sobre mí porque sigo viviendo en esta casa. Me gustaría irme y perderme en un desierto o en una selva virgen donde nadie pudiera volver a recriminarme nada de lo que hiciera.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ola wapisima!
perdona es que e tenido mucha faena
y no te comentado..
pero que sepas que si que me los leí todos jejeje
me stas copiando e? jajaj es broma amor
como te va todo?
recibiste mi mail?
besotes

Tamy dijo...

Ansiada soledad , sobretodo cuando te sientes fuera de lugar en tu propia casa. Eso si que es un gran malestar.
Me gusta mucho la manera en la que escribes. Te seguiré leyendo!
Un saludo!