miércoles, 18 de junio de 2008

Por sorpresa

Suena el teléfono
- ¿Sí? ¿Dígame?
- Querría hablar con la señora de la casa, ¿se encuentra ahí?
- No, yo soy su marido, ¿qué desea?
- Decirle a su esposa que ya tenemos los resultados de los análisis.
- ¿Qué análisis?
- Ah, ¿que no se lo ha contado su esposa?
- No, ¿qué tenía que contarme?
- Es mejor que se lo explique ella.
Y colgó el teléfono.
¿Cómo era posible que no le hubiese dicho nada? No podía habérsele olvidado... Corrió hasta la mesita de noche donde tenía el móvil cargando y llamó a su mujer inmediatamente.
- ¿Sí?
- ¿Qué te pasa?
- Nada, ¿qué iba a pasarme?
- Acaba de llamar un doctor diciendo que tenía los resultados de los análisis. ¿Qué análisis?
- Pura rutina cariño, no te preocupes.
Y colgó el teléfono.
Desesperación, rabia, miedo. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué no se lo había dicho? ¿Sería grave? ¿A qué esperaba para contarle la verdad?
Pasadas unas horas exasperantes ella volvió a casa, pálida y débil. Le dijo a su marido que se iba a la cama, que estaba cansada. No le permitió responder y se marchó.
Él volvió a sentarse en el sofá de terciopelo que acababan de comprar. No entendía nada.
A los diez minutos no aguantaba más y se dirigió al dormitorio... Intentó despertarla pero no pudo. Todo se sucedió tan rápido... Ambulancia, hospital, nervios, lavado de estómago, diagnóstico: intento de suicidio. ¿Por qué? Jamás lo sabría. Cuando ella despertó no recordaba absolutamente nada de lo que había ocurrido. Amnesia temporal dijeron. No era cierto. Jamás recuperó la memoria. Nunca supo porqué se tomó tal cantidad de pastillas. ¿Sería porque quería dormir? Ella estaba muy contenta, después de todo, iba a ser Mamá en siete meses. Entonces él comprendió todo.

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